La tecnología anti-cheat ha salido del terreno competitivo para meterse de lleno en campañas para un jugador en PC. Cada vez más editoras integran estos sistemas para controlar la progresión, bloquear la manipulación de partidas guardadas y reforzar requisitos online. El movimiento ha desatado un rechazo creciente entre jugadores de PC y comunidades de modding, que ven cómo se limita una libertad asociada históricamente al juego en solitario.
Los juegos para un jugador ya no se tratan como offline
Uno de los casos más visibles es el uso de Easy Anti-Cheat en Elden Ring, desarrollado por FromSoftware y publicado por Bandai Namco. Incluso si eliges jugar sin conexión, el anti-cheat se ejecuta en segundo plano y bloquea por defecto multitud de mods y trainers. Tal y como recoge PC Gamer, muchos usuarios desactivan el software manualmente para recuperar la funcionalidad de mods, una señal de lo profundamente integrado que está en el ejecutable.
Este enfoque refleja un cambio más amplio en cómo las editoras definen la experiencia single-player. Cada vez más títulos dependen de autenticación online, progresión compartida y validación en el backend, incluso cuando no hay componente competitivo.
Doom Eternal marcó el precedente
El debate se intensificó cuando id Software añadió Denuvo Anti-Cheat a Doom Eternal, un juego con fuerte peso single-player. Bethesda lanzó la actualización pese a la inquietud inmediata de la comunidad, que reportó caídas de rendimiento y criticó el acceso a nivel kernel requerido por el software.
Según The Verge, la presión llevó a id Software a retirar posteriormente Denuvo Anti-Cheat de los modos para un jugador. Aquel episodio se convirtió en una referencia temprana para quienes se oponen a medidas similares en lanzamientos posteriores.
Capcom y Ubisoft amplían sus sistemas de protección
Capcom encajó críticas tras añadir nuevas capas de DRM y protección a lanzamientos de PC ya veteranos, con usuarios denunciando mods rotos y problemas de rendimiento. La cobertura de PC Gamer detalla cómo cambios recientes afectaron a juegos que llevaban años funcionando sin incidentes.
Ubisoft también ha estado en el punto de mira por exigir conexión permanente en títulos como Ghost Recon Breakpoint, incluso jugando en solitario. La compañía defiende que la progresión compartida y los servicios de backend justifican el requisito, aunque una parte importante de la comunidad no compra esa explicación.
Por qué las editoras defienden el anti-cheat en solitario
La postura de la industria es clara: los juegos modernos rara vez operan en aislamiento. Cloud saves, actualizaciones en vivo, economías compartidas y progresión cruzada han difuminado la línea entre offline y online. Desde esa óptica, las herramientas anti-cheat protegen los sistemas del backend de manipulaciones y garantizan coherencia entre plataformas.
Aun así, como apunta IGN, cada vez más jugadores cuestionan por qué hace falta software de bajo nivel cuando no hay un problema de equidad competitiva que resolver.
Mods, trainers y la libertad del jugador
El impacto para el usuario de PC es directo. Los anti-cheat suelen romper mods, trainers y herramientas de accesibilidad incluso en uso offline. Ajustes de calidad de vida y cambios de dificultad provocan falsos positivos con frecuencia, reduciendo la capacidad de personalizar experiencias pensadas para disfrutarse a solas.
A medida que las editoras continúan difuminando el límite entre las campañas single-player y los modelos live service, el anti-cheat se está convirtiendo en un elemento permanente en más juegos de PC. Salvo que los estudios establezcan límites más claros, la tensión entre la libertad del jugador y el control editorial va a ir a más.
Qué está en juego para el ecosistema de PC
La discusión no es solo técnica, también es cultural. Parte del atractivo del PC reside en el modding, los presets personalizados y la posibilidad de adaptar la experiencia. La entrada de drivers a nivel kernel y validaciones continuas genera dudas sobre privacidad, estabilidad y preservación, además de incompatibilidades con utilidades populares. Hay margen para soluciones intermedias: permitir desactivar el anti-cheat al jugar offline, ofrecer perfiles de ejecución sin protección para mods, o desarrollar listas blancas de herramientas muy usadas por la comunidad.
El sector ya ha aprendido que el coste reputacional de imponer medidas intrusivas en campañas para un jugador puede ser alto. Con el PC asentado como plataforma abierta, el equilibrio entre seguridad del backend y respeto por la autonomía del usuario será clave en los próximos grandes lanzamientos. La pelota está en el tejado de las editoras.